Prótesis de cadera
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Ángel cojea, Osakidetza también

Mi amigo y vecino se llama Ángel. Es una persona muy activa, amante del montañismo y senderismo desde siempre. Disfruta con sus paseos por la naturaleza y todavía más si es en compañía de sus nietos. Ángel está a punto de cumplir 75 años, no fuma, no bebe, tiene una alimentación saludable, no es sedentario y no tiene sobrepeso, ni enfermedades crónicas y no toma ninguna medicación, pero lleva un tiempo que su pierna derecha no le responde, cojea si tiene que hacer un pequeño esfuerzo como correr para no perder el autobús o tranvía. Ahora ni esto puede hacerlo. Ha consultado con su médica de familia a la que conoce desde hace muchos años. Le exploró y le pidió unas radiografías. En la consulta su doctora le dice: “Ángel, te voy a enviar al traumatólogo porque veo una importante artrosis de cadera y creo que la solución va a ser la cirugía”. El traumatólogo confirma el diagnóstico y la indicación quirúrgica: es necesario operar para colocar una prótesis de cadera.

“¿Cuándo me operarán?”, preguntó Ángel al traumatólogo. La respuesta fue que había que hacer otras pruebas de imagen, analítica, consulta al anestesista y ponerle en lista de espera y cuando se disponga de quirófano se le operará. “Y eso, ¿cuándo será?, insistió Ángel. El traumatólogo le contestó: “No le voy a engañar, puede pasar un año desde la fecha de esta consulta”.

Cirugía
Foto cortesía de JAFAR AHMED en Unsplash

Ángel, que no tiene seguro médico, preguntó en una clínica privada de Vitoria-Gasteiz. El diagnóstico, las pruebas complementarias de análisis y radiografías que tenían que realizarle, la consulta al anestesista, la técnica quirúrgica a emplear fue igual a la del especialista de Txagorritxu. El plazo no. Si pagaba unos 18.000 euros, le garantizaba que estaría en su casa con su nueva prótesis y dispuesto a hacer una vida normal en el plazo de un mes.

“¿Y si se produjera una complicación grave durante la cirugía o a consecuencia de la misma que requiriera cuidados intensivos?”, interrogó Ángel al traumatólogo. Este le tranquilizó y le dijo que “eso es excepcional, pero si se produjeran complicaciones graves se le trasladaría de urgencia al hospital de Txagorritxu”.

Ángel está pensando en destinar sus ahorros para esta intervención porque el próximo año será, si le operan con éxito, el mejor o de los mejores que le quedan para disfrutar de su vida y su familia. Otros no disponen de este dinero y no pueden hipotecarse ni pedir dinero a sus allegados. Tendrán que esperar un año con una merma importante en su calidad de vida, tomando analgésicos y antiinflamatorios, esperando que la Sanidad Pública responda a sus demandas.

Hay muchos Ángeles cojos porque el sistema sanitario no ha querido ni sabido acomodarse al envejecimiento de la población y ha primado la prosperidad de la sanidad privada. La inversión en sanidad de la Comunidad Autónoma de Euskadi está muy por debajo de lo aconsejado en función de su PIB dentro del Estado

Fuente. Ministerio de Sanidad. https://www.sanidad.gob.es/estadEstudios/estadisticas/docs/EGSP2008/egspPrincipalesResultados.pdf

Y el presupuesto sanitario público estatal está alejado del de otros países de la Comunidad Europea

https://www.sanidad.gob.es/estadEstudios/sanidadDatos/tablas/tabla30_1.htm

Sí, Osakidetza también lleva años cojeando, cada vez más, y no es consecuencia de la edad, sino de la mala gestión y de la codicia de algunos de sus gestores que, siguiendo criterios neoliberales, priman el beneficio de algunas empresas de servicios y aseguramiento médico, en ocasiones también el beneficio propio, en detrimento del bien general.


No lo permitamos.

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