conciencia de la salud mental
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Estado de Malestar

Según un informe publicado en 2021 por el Sistema Nacional de Salud, los fármacos más consumidos en el estado español fueron las benzodiacepinas, sólo después de los analgésicos. Las benzodiacepinas son medicamentos con efectos sedantes y ansiolíticos. Se utilizan para calmar la ansiedad, el insomnio y otros trastornos del estado del ánimo.

Ansiolíticos
Ansiolíticos

Las estadísticas dicen que en 2020 se consumieron 110 dosis diarias por cada 1000 habitantes, siendo el Estado español líder en el mundo en el consumo de estos medicamentos, superando a Estados Unidos. En la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) las dosis diarias consumidas fueron 89.2 por cada 1000 habitantes.

Benzodiacepianas en la CAV
Gráfico consumo de Benzodiacepinas por edad y sexo. CAV

En Euskadi más del 10% de la población se encuentra en tratamiento con alguna benzodiacepina, siendo más del 20% en mujeres de 65-69 años y llegando al 30% en mujeres de entre 80-84 años. Se ha comprobado que el 83% de los tratamientos actuales en la CAPV tienen una duración superior a los 6 meses, superándose incluso los 5 años de tratamiento en aproximadamente el 26% de los casos. 

Profesionales del sector médico y farmacéutico recuerdan que el uso de estos fármacos debería estar únicamente destinado a tratar de manera temporal los síntomas de esos trastornos psicológicos y en ningún caso prolongar su uso más allá de tres meses. Sin embargo y según los datos, vemos que en un porcentaje elevado la prescripción de benzodiacepinas se cronifica generando dependencia entre las personas que las consumen.

Según se expuso en el XXVIII congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia (SEMG) celebrado en Bilbao en 2022, el 25% de las consultas de Atención Primaria se correspondió con trastornos de salud mental y así, la mayoría de las prescripciones para tratar estos trastornos se hacen en ese ámbito ya que recibir atención especializada es muy difícil, ya que los recursos públicos destinados a la atención de la salud mental en Euskadi son escasos y poco accesibles.

ansiedad, depresión
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En Euskadi contamos con 6,74 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, cifra muy alejada de los 18 de la Unión Europea. Las listas de espera y el escaso tiempo dedicado a cada consulta dificultan el acceso de la población a atención de calidad, posibilidad de recibir terapia o ayuda psicológica que no sea farmacológica.

Actualmente los trastornos de ansiedad son un problema de salud de primer orden para todos los sistemas sanitarios debido al aumento de esta sintomatología en la población sobre todo desde el inicio de la pandemia de COVID. Se estima que en el primer año de la pandemia por COVID la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%.

Pero antes de la irrupción de la pandemia ya había indicios del aumento de estas sintomatologías entre la población. En el siguiente gráfico vemos como desde el año 2015 hasta el 2019 el numero de consultas y procedimientos relacionados con la atención a la Salud mental en Euskadi fue ascendiendo de manera progresiva.

ascenso de la demanda de atención en salud mental
Memoria Osakidetza 2019. Aumento de la demanda de atención de Salud Mental

A lo largo de nuestra vida, la existencia de múltiples determinantes individuales, sociales y estructurales pueden afectar a nuestro estado de salud, protegiéndolo o deteriorándolo.

En 1974 se publicó el informe Lalonde, un documento imprescindible en cuanto a la promoción de la salud y un marco de referencia para explicar cómo diferentes mecanismos sociales, económicos y políticos generan una estratificación social que afecta a la salud de la población. En dicho informe se definen los determinantes de la salud y se subraya la importancia de los factores ajenos al sistema sanitario en la mejora y mantenimiento de la misma.

En cuanto a la salud mental, las condiciones socioeconómicas, el acceso deficiente a la educación o a la sanidad, la desigualdad, violencia, el aislamiento, las condiciones de vivienda, discriminación etc., son algunos de los factores que inciden directamente sobre ella. Somatizamos el malestar en forma de depresión, estrés, ansiedad, miedos, desasosiego, frustración, crisis existenciales, desórdenes afectivos y psiquiátricos… sobre todo si las circunstancias que lo provocan se alargan en el tiempo o se convierten en el eje principal sobre el que se desarrollan nuestras vidas.

portada New Yorker
Portada New Yorker. Discovering America. Chris Ware

La inestabilidad o precariedad laboral, la incertidumbre, el agotamiento, la imposibilidad de acceso a una vivienda, la falta de alternativas de ocio para la juventud o la dificultad para afrontar una cesta de la compra saludable, repercuten directamente en nuestra calidad de vida somatizando el malestar en forma de enfermedad o trastorno mental.

Y sobre este último párrafo nos vamos a detener, porque a pesar de que la evidencia nos muestra que actuar sobre estos determinantes es clave para que los índices de salud mental mejoren,  las políticas sociales que se llevan a cabo para atajarlas, son prácticamente inexistentes. Nos encontramos con que la administración legisla para proporcionar ayuda a la población más vulnerable, pero no se actúa sobre las causas que originan esta desigualdad por lo que seguimos pues, bajo un esquema de “beneficencia” que perpetúa la desigualdad y por lo tanto perpetúa el malestar y el trastorno mental que origina.

politicas sociales
Las migajas

¿Podemos señalar como el origen del malestar y de las inequidades en salud mental al orden social bajo el que vivimos?

El capitalismo neoliberal, atraviesa y mercantiliza todos los aspectos de nuestra vida, despolitizándola y despojándola de afectos, enalteciendo la libertad individual, aislándonos a unos de los otros, sometiéndonos a una autorresponsabilidad para maximizar la eficiencia y la productividad en todo lo que hacemos o somos. Si no nos es posible cumplir con esas expectativas experimentamos sentimientos de culpa y descontento. Vivimos pues, bajo un orden social que mercantiliza también con nuestra vida y con nuestra salud. La privatiza. 

Para abordar el tema de la salud mental, tratarlo integralmente, no asumirlo como un problema medicalizable, psicologizado y privatizado en la psique individual, es necesario re-politizarlo, re- socializarlo y luchar contra los desajustes del orden social vigente.

Atacar de raíz los determinantes que causan las inequidades: distribuir la riqueza de una manera igualitaria, asegurarse de que no haya nadie en riesgo de pobreza o exclusión social, garantizar que los bienes y servicios básicos sean asequibles y accesibles para todas las personas, la educación, la cultura y el ocio tienen que estar garantizados a todos por igual, etc.

eat the rich
Eat the Rich Sign. Wsquared photography. Fuente: Creative Commons.

Hay que seguir saliendo a la calle para exigir que se produzca el cambio necesario, y mientras esto no suceda: ¡mas movimientos sociales, mas feminismo y mas psicólogos en los centros de salud!

( y menos benzodiacepinas)

“El capital es un parásito abstracto, un gigantesco vampiro, un hacedor de zombies; pero la carne muerta que convierte en trabajo muerto es la nuestra y los zombies que genera somos nosotros mismos”.
Mark Fisher.

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